Con la fatal insolencia que tienen los niños, descubrí ya tan temprano que la tristeza podía ser honda. Y por la tarde, cuando todo duerme mi alma se deshace escudriñando sombras.
Allí donde comienza el paraíso, allí también golpea el mar y rompe con su fuerza el encanto de cualquier esperanza.
En la cocina
Mugre que ocultas rosas en tu vientre,
acaricio tu voz desnuda y te acompaño.
De uno en uno los silencios
danzan inescrupulosos y cantan.
Desamparo febril de las tazas mal lavadas,
sueño del orden que nunca será,
amor humano y frágil.
De soledad arden las manos frías
y una fiebre atemporal moja la rabia
que se adivina en el caos.
Detrás del incómodo suplicio del orden,
habita el mundo inerte y fugitivo.
El desasosiego de tanta finitud ensucia la carne
y rompe la eternidad final con una mancha.
Cobija el cielo ausencia,
roza lo crepuscular el sueño
y averigua a dónde van los que han partido.
Agua que mojas mi miedo,
limpia más allá del suelo,
descubre la conciencia,
procede a gritar entre la multitud de platos
que hay un dolor de esperar y una enorme alegría
de no saber lo que se espera.
Y si me derramo en la cocina?
Y si ordeno el universo de cucharas
y vasos?
Seré mujer por fin?
Alcanzaré la cima de lo humano
y naceré?
2 comentarios:
Fue muy conmovedor el final de tu texto, eso de "seré mujer por fin?" Me gustó y me dejó pensando a la vez... Muy bueno.
Andrés
Es muy bueno, Marimar, de vez en cuando me dejo caer por tu blog, y no dejo de sorprenderme. Buenísimo!!!
Damian
viajealarealidad.blogspot.com
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